(Traducción informal al español del artículo original en inglés)

Mientras los líderes mundiales se reúnen esta semana para la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Presidente Trump tiene la oportunidad de revertir una política fallida en el Medio Oriente y asestar un golpe a una organización terrorista al detener el envío de armas a las “Unidades de Protección del Pueblo”, o YPG, rama siria de una organización designada como terrorista por las autoridades de los EE. UU. y de Europa.

La comunidad de inteligencia de los EE. UU. ha etiquetado a la YPG como la "milicia siria" del Partido del PKK, que ha llevado a cabo una violenta campaña de terrorismo dentro de Turquía, matando a miles de personas inocentes. Como habíamos repetidamente advertido que sucedería, el soporte de los EE. UU. para el grupo ya ha fracasado. Según los informes, un marine estadounidense fue asesinado este año por un miembro de la milicia siria más grande, dirigida por la YPG. El Observatorio de los Derechos Humanos (Human Rights Watch) ha pedido a la YPG que detenga el reclutamiento de niños soldados. Los informes recientes sugieren que las fuerzas del YPG han forjado recientemente una alianza con el Presidente sirio Bashar al-Assad para ayudarlo a recuperar el último bastión rebelde en Siria. Un ataque del régimen de Damasco habría desencadenado el peor desastre humanitario en la violenta historia de la guerra siria. Para evitar el conflicto, la semana pasada Turquía logró negociar con Rusia el establecimiento de una zona tampón.

La YPG ha estado acumulando poder y territorio en Siria a pocos kilómetros de la frontera de Turquía. Washington ha utilizado 5,000 camiones y 2,000 aviones de carga para entregar armas a la YPG en los últimos años, según las estimaciones de las autoridades turcas. Un despliegue similar en las fronteras de cualquier Estado miembro de la OTAN sería motivo de indignación. Esto es una violación fundamental de todo lo que representa la OTAN.

De manera alarmante, el grupo solicitó establecer una oficina de cabildeo en Washington. Su brazo político, conocido como la Misión de los Estados Unidos del Consejo Democrático de Siria, ha intensificado su cabildeo para obtener más armas y ayuda, que se pagará con los dólares de los contribuyentes estadounidenses. El brazo político de un grupo terrorista que busca obtener influencia en Washington es una situación impactante, y el Presidente Trump debería bloquear su actividad.

Soy un aliado de los kurdos. De hecho, mi partido ha tenido el honor de recibir un apoyo electoral notable entre los kurdos turcos. Sin embargo, soy un enemigo jurado de los terroristas de todo tipo. No hago excepciones. También soy un estudiante de historia. Al igual que con el armamento de los muyahidines en Afganistán, una vez que se suministran las armas y el entrenamiento, el gatillo ya no está en manos de los estadounidenses.

La administración de los Estados Unidos ha presentado garantías de que estas armas no se volverán contra Turquía. Pero Siria está en medio de una guerra. Siendo realistas, los tomadores de decisiones en Washington no están en posición de hacer tales promesas.

Armar a la YPG directamente pone en peligro a Turquía y a su pueblo, quienes ya han enfrentado décadas de miedo y violencia a manos de un movimiento terrorista despiadado y radical. Y ahora, con la ayuda de nuestro aliado de la OTAN, el PKK está siendo armado hasta los dientes. Turquía da la alarma porque a menos de que se tomen medidas drásticas e inmediatas para revertir el rumbo, nuestros ciudadanos sufrirán como resultado de esta política imprudente.

Todos los días, las fuerzas de seguridad turcas trabajan arduamente para evitar que los combatientes del DAESH huyan de Siria y viajen a través de Turquía hacia las capitales occidentales. Nuestras fuerzas militares y de inteligencia trabajan en estrecha colaboración con los Estados Unidos y otros aliados para rastrear y arrestar a los terroristas, evitar ataques y recopilar información crítica. Este trabajo ha puesto un blanco a la espalda de Turquía, y al mío, de DAESH y otros grupos extremistas. Saben que nuestra determinación y nuestro compromiso no vacilarán, por lo que atacaron nuestros centros comerciales, aeropuertos y otros objetivos civiles importantes. Pero hemos mantenido la lucha con redadas, encerrándolos, frustrando sus planes y evitando su paso.

Nuestra última misión, proteger a nuestra gente del daño, es sacrosanta. Turquía se enorgullece de que nuestras acciones no sólo salvan vidas turcas sino también estadounidenses. Y es debido a esas vidas salvadas, debido a la carga que hemos soportado en interés de nuestra seguridad global colectiva, que Turquía tiene razón al insistir en que los Estados Unidos no armen a los terroristas que se dedican a nuestra destrucción.

Ahora es el momento de elegir un lado.